jueves, 20 de enero de 2011

Nueva sección.

Hemos abierto esta nueva sección en nuestro blog para ir contando poco a poco a todo el mundo todos aquellos otros valores que otorgan una singularidad especial, a parte de la geológica, al futuro Geoparque de Villuercas, Ibores, Jara.

Por ser el primer artículo de esta nueva sección en la que intentaremos hablar de muchas y variadas cosas, hemos querido comenzar rindiendo homenaje a uno de los elementos más importantes que forman parte de esta comarca y, sin embargo, un poco olvidado dentro de toda esta vorágine de nuevos proyectos que se están abriendo camino a nuestro alrededor.

Nos referimos, ni más ni menos, que a las gentes que viven aquí desde hace mucho tiempo. A su carácter normalmente acogedor y amable, a esa gente serrana y dura que ha aprendido a convivir con este relieve tan famoso últimamente y que parece que acabamos que descubrir y con el que, sin embargo, algunos, llevan lidiando durante muchos, muchos años y en el que se han dejado la piel.
Nos referimos a esa gente sencilla que ha pasado muchas horas a la intemperie cogiendo aceitunas o castañas, o guardando cabras en los robledales serranos, o quitando piedras en las laderas para plantar almendros o cerezos o castaños o......., vamos, a la gente que lleva pateándose esta tierra toda su vida y que la conoce palmo a palmo.
Que sabe dónde está cada recodo del camino, cada mata de orégano con la que aderezar los guisos, cada cueva en los canchos porque la necesitó para guarecerse. Que conoce el nombre de cada paraje y el por qué de ese nombre. Que lo más seguro es que no sepa qué es un plegamiento, ni un geositio, ni un bosque relictico del terciario, ni maldita la falta que le hace para, sin embargo, saber apreciar la belleza de unos paisajes que se sabe de memoria y que describiría con los ojos cerrados.

A esa gente, a la que nunca preguntamos porque todos somos unos eruditos de cualquier materia, es a la que dedicamos nuestro primer artículo. A su forma de vida, a su sabiduría callada, a su sencillez y a su miedo a que todos estos proyectos, tan atractivos para todos nosotros, sólo supongan una amenaza a las costumbres y formas de hacer las cosas de toda su vida.

Nuestra es la culpa si esto es así por no haber contado con ellos desde el principio y no haberlos hecho parte de estos proyectos, nuestra es la culpa y nuestra la responsabilidad de rectificar y hacerles sentir parte importante de esta nueva época que muchos (en especial los que vivimos aquí el día a día y sabemos lo difícil que es) esperamos con los brazos abiertos y que significa futuro para todos.
Mucho trabajo por delante para quien quiera entenderlo .......

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